martes, 30 de diciembre de 2008

POSTAL DE ÉVORA



POSTAL DE ÉVORA

Aquí también el fruto romántico de la vid
Y la sobria elegancia del olivo.
Durante el viaje
Nos acompañaba
Una profesora de lenguas muertas.
Ella supo traducir
La leyenda que rezaba
En el dintel de la entrada
A la capilla: “Pasad,
Nuestros huesos están,
Esperando a los vuestros”.

Texto: JUAN DE DIOS GARCÍA,
de su libro Nómada (Fundación María del Villar, 2008)


p.d. El juego de la foto es verla en grande. Se apreciará, al fondo, la Igreja de Sao Francisco, donde se puede visitar A Capela Dos Ossos, de la que habla el poema.

VISITA INESPERADA: JUAN DE DIOS GARCÍA

Terminamos este año con una visita realmente inesperada. Llega en forma de poema a esta espléndida sección, que desde hace un tiempo teníamos olvidada. Queremos compartir este hermoso texto con vosotros, texto que nos ha sido dedicado a los dos ocupantes de este andén.
Para los no asiduos, Juan de Dios García (Cartagena, 1975) tiene Nómada como su ópera prima, pero su labor literaria viene emparentada a la revista EL COLOQUIO DE LOS PERROS desde sus inicios, siendo su director. Especializado en la obra de Alejandro Casona, sus poemas se han difundido en diversas revistas literarias, al igual que sus ensayos y artículos. Ha sido traducido al italiano y al polaco y, actualmente, ejerce como profesor de literatura, noble voluntariado en unos tiempos en que instruirse es, para muchos, buscar en la wikipedia.

sábado, 6 de diciembre de 2008

MONSARAZ: HOMENAJE DEL ALENTEJO




No se puede decir que se conoce el Alentejo portugués hasta que uno no se pierde por las callejuelas de Monsaraz y vive la luz de sus blancas casas. Monsaraz es el triunfo de la luz y un homenaje que el propio Alentejo realiza a sus habitantes y a los visitantes.

On ne peut connaître totalement l’Alentejo portugais qu’en se perdant dans les ruelles de Monsaraz et vivre la lumière de ses blanches maisons. Monsaraz est le triomphe de la lumière et un hommage que l’Altenjo rend à ses habitants et à ses visiteurs.

LOS CAMINOS DEL SILENCIO: CORIA (CÁCERES)



domingo, 5 de octubre de 2008

UN LABERINTO DE TRABOULES EN EL VIEJO LYON





El viejo Lyon es un laberinto de pasajes interiores que comunican calles entre sí y donde uno tiene la sensación de estar desenterrando secretos de tiempos ya perdidos.
Sólo un consejo: piérdanse en ese laberinto. Y si encuentran la salida, disfruten del ensueño y la magia en una de sus pastelerías.



Le vieux Lyon est un labyrinthe de passages intérieurs qui communiquent des rues entre elles et où tout un chacun a la sensation de déterrer les secrets de temps anciens.
Un conseil: perdez-vous dans ce labyrinthe. Et si vous trouvez la sortie, profitez du rêve et de la magie de ces charmantes pâtisseries.


Photos: SONIA MARQUES et ANGEL GÓMEZ ESPADA
Appareil: SONY DSC H1

martes, 26 de agosto de 2008

LOS CAMINOS DEL SILENCIO: DINAN (BRETAGNE)

lunes, 25 de agosto de 2008

UNA ISLA QUE NUNCA LO FUE: LE MONT SAINT-MICHEL




Nada más bajarse del coche, ya comprendes por qué es el segundo monumento mas visitado de Francia. El conjunto soberbio hace que te quedes sin palabras. Y como sin palabras estamos, hemos decidido dejaros con la contemplación de dos o tres fotos, para que disfrutéis como lo hemos hecho nosotros este fin de semana.



Rien qu’en descendant de voiture, tu as déjà compris pourquoi il est le deuxième monument le plus visité de France. Le magnifique ensemble te laisse sans voix. Et comme nous sommes sans voix, nous avons decidé de vous laissez contempler deux ou trois photos et que vous profitiez de notre excellent week-end.



Autours de Photos: SONIA MARQUES (1 et 2) y ANGEL GOMEZ ESPADA
Date: 23 de Agosto (Aout) de 2008
Appareil: Sony DSC-H1

domingo, 11 de mayo de 2008

LOS CAMINOS DEL SILENCIO: PERNA SECA (ALGARVE)



PHOTO: Ángel Gómez Espada
APPAREIL: PENTAX ESPIO 140V
DATE: 30 Abril 2005

EL REGRESO

Después de tantas semanas de silencio, LA VOIE 11 regresa. Para ello, comenzaremos una nueva sección que esperamos tenga la misma acogida que “Visita Inesperada”. Se trata de “Los caminos del silencio” y en ella irán apareciendo lugares que también nos sorprenden y nos dejan mudos, a pesar de su minimalismo.

domingo, 17 de febrero de 2008

MADRID ES UN SER VIVO




Madrid es un ser vivo, multiforme y caótico, cuyos órganos están superpuestos y funcionan todos a la vez. Sobre Madrid cae el tiempo y los reinados y los gobiernos, y lo que nos dejó la gente que ha vivido antes que nosotros se monta directamente encima de los restos de lo que ya fue, como si se tratara de capas de maquillaje que tapan los cráteres que las bombas han abierto. Bajo el caos de las idas y venidas, de las arterias comerciales iluminadas, de los helicópteros que surcan los cielos a baja altura, de los bulevares arbolados surcados por los coches de la policía, aquéllos por los que discurrieron los antiguos autos de fe y las manifestaciones de los que pidieron la libertad a gritos, bajo el suelo gris horadado por varios niveles de túneles y conducciones, se esconde el corazón contaminado de una pequeña ciudad de provincias que los domingos por la tarde se paraliza mientras llueve, y se calla al menos por un rato.
En el edificio de la Telefónica, que sirve de eje sobre el que da vueltas la Gran Vía, un simulacro castizo de Broadway o de un Oxford Street que quiere ser cosmopolita, hay un reloj. Nadie lo mira cuando pasa por debajo, así que casi nadie sabe si da bien la hora. Cuando Madrid era el símbolo de la pervivencia del gobierno republicano, las tropas nacionales apuntaban con sus cañones a la torre porque la Telefónica era el edificio más alto de la ciudad, y si se disparaba a la Telefónica resultaba más sencillo hacer puntería. Desde arriba era fácil ver los campos circundantes (por entonces no estaban tan lejos) y, si se aguzaba la vista, incluso a las ovejas pastando por los prados del Batán. Madrid se extiende sobre una planicie, de espaldas al río donde antaño lavaban las mujeres, y poco más. Nadie va al río a pasear, no lo frecuentan ni los patos, ni siquiera los mendigos, y sólo de vez en cuando se ve a un par de enamorados. Pero casi nunca hay nadie porque los madrileños somos gentes de secano. Por eso, cuando llueve, Madrid se paraliza y se convierte en una ratonera. Lo cierto es que no sabemos vivir con agua: los túneles se anegan, los semáforos se estropean, los policías municipales se echan a las calles buscando algo, el metro se para y las mujeres mayores se resbalan en plena calle y saturan las urgencias. Las sirenas de las ambulancias se oyen desde veinte manzanas de distancia. En el lago del parque del Retiro viven percas inmemoriales, imposibles de atrapar, voraces comedoras de todo tipo de desechos: se alimentan de ganchitos, de restos de bocadillos, de latas vacías de refresco. Los madrileños pasean alrededor del lago e ignoran lo que ocurre dentro. Y el arco iris nunca se ve en la ciudad porque sobre el cielo hay una cúpula de humo gris; gris como los tiempos marmóreos que imponen los gobernantes que ocupan los últimos pisos de los edificios. Subiendo desde la calle del Carmen, una vez fuera de la corriente incesante de nativos y extranjeros cargados de bolsas, alguien pintó un mural en la pared de un hotel. Creo que es el único arco iris que se puede ver en Madrid, y eso porque alguien lo ha pintado ahí. Si no, ni eso. Los madrileños siempre vamos con prisa de un lado a otro, hasta cuando salimos del cine o de cenar en algún restaurante japonés o de alguna librería laberíntica. Debajo del arco iris del mural, uno de los pocos elementos verdaderamente alegres y creativos de la zona, el artista puso unas palabras de Tierno Galván. Las palabras del alcalde están borrosas, e imitan su caligrafía. Tierno Galván no era madrileño, pero casi ninguno de los que vivimos en esta ciudad lo somos de verdad. Todos somos en cierto modo recién llegados, y por eso exploramos las calles cada día y nos preguntamos constantemente dónde estarán los auténticos habitantes de la ciudad, dónde se habrán metido, y quiénes seremos nosotros en realidad, todo el día de acá para allá, sin poder parar ni un segundo, caminando sin descanso.

Pilar Adón



Madrid est un être vivant, multiforme et chaotique, dont les organes sont superposés et fonctionnent tous en même temps. Le temps tombe sur Madrid tout comme les règnes et les gouvernements, et ce que les gens qui ont vécu avant nous ont laissé se montent directement au-dessus des restes de ce qui a été, comme s'il s'agissait de couches de maquillage couvrant les cratères que les bombes ont ouverts. Dans le chaos des allers-venues, des artères commerciales illuminées, des hélicoptères qui sillonnent les cieux à basse altitude, des boulevards boisés sillonnés par les voitures de police, ceux-là même où se sont déroulés les anciens actes de foi, de même que les manifestations de ceux qui ont demandé la liberté à corps et à cris, sous le sol gris percé par plusieurs niveaux de tunnels et de conduits, se cache le coeur contaminé d’une petite ville de province qui est paralysée les dimanches après-midi car il pleut, et se tait par moment.
Sur la façade de l'édifice de la Compagnie Nationale du téléphone, qui sert d'axe à la Gran Vía, un pur simulacre de Broadway ou d'un Oxford Street qui se veut cosmopolite, il y a une horloge. Personne ne la regarde et donc presque personne ne sait si elle donne correctement l'heure. Lorsque Madrid était le symbole de la survie du gouvernement républicain, les troupes nationales mettaient en joue avec ses canons la tour parce que la Compagnie Nationale du téléphone était l’édifice le plus haut de la ville, et si on lui tirait dessus il semblait plus facile de réussir une visée. D’en haut, on voyait très bien les champs environnants (qui avant n'étaient pas si éloignés de la ville) et, si la vue était aiguisée, on voyait même des moutons paître dans les prés du Batán. Madrid s'étend sur une plaine, de dos à la rivière où autrefois les femmes lavaient, et rien d’autre. Personne ne va plus se promener le long de la rivière, les canards non plus, ni même les mendiants, et seulement de temps à autre on aperçoit un couple d'amoureux. Mais il n'y a presque jamais personne parce que nous les madrilènes sommes des gens de terrain sec. C’est pour cela que, quand il pleut, Madrid est paralysé et se convertit en souricière. Il est vrai que nous ne savons pas cohabiter avec l’eau : les tunnels s’innondent, les feux de circulation tombent en panne, les policiers municipaux se jettent dans les rues en cherchant quelque chose, le métro s’arrête et les vieilles dames glissent en pleine rue et saturent les urgences. Dans le lac du parc du Retiro vivent les perches immémoriales, impossibles d'attraper, mangeuses voraces de tout tipe de déchets : elles se nourrissent de vers, de reste de sandwiches, de cannettes vides. Les madrilènes se promènent autour du lac et ignorent ce qui se passe à l'intérieur. Et l'arc-en-ciel ne se voit jamais depuis la ville parce que sur le ciel il y a un nuage de fumée grise; gris comme les temps de marbre qu'imposent les gouvernants qui occupent les derniers étages des immeubles. En remontant la rue del Carmen, une fois hors d’atteinte du courant incessant de natifs et d’étrangers chargés de sacs, quelqu'un a peint une fresque sur le mur d'un hôtel. Je crois que c'est l'unique arc-en-ciel que l’on peut voir à Madrid, et ce parce que quelqu'un l'a peint à cet endroit. Nous les madrilènes sommes toujours pressés, même quand nous sortons du cinéma ou d’un dîner au restaurant japonais ou d'une librairie labyrinthique. Au-dessous de l'arc-en-ciel de la fresque, un des éléments vraiment joyeux et créatif du quartier, l'artiste a écrit quelques mots de Tierno Galván. Les mots du maire sont flous, et imitent sa calligraphie. Tierno Galván n'était pas originaire de Madrid, mais presque aucun de nous le sommes vraiment. D’une certaine manière nous sommes de nouveaux arrivants, et c’est pour cela que nous explorons chaque jour les rues et nous demandons constamment où se trouvent les authentiques habitants de la ville, où sont-ils, et qui sommes-nous en réalité, toute la journée d'un endroit à un autre, sans pouvoir s’arrêter une seule seconde, marchant sans repos.

AUTEUR DU TEXTE : PILAR ADÓN
PHOTO : ÁNGEL GÓMEZ ESPADA
DATE : 4 de Noviembre 2006
APPAREIL : Pentax Espio 140V

VISITA INESPERADA: PILAR ADON

Tenemos el orgullo de poder decir que la segunda visita inesperada a esta Voie es de Pilar Adón, con un texto sobre su queridísimo Madrid, al que nosotros hemos ido aprendiendo a amar con el paso del tiempo, nos hemos ido dejando engatusar por él, inconscientemente, buscando sus secretos siempre con amigos.
Pilar Adón obtuvo el premio Ojo Crítico con su libro de relatos Viajes Inocentes y se dio a conocer con su hermosa novela Las hijas de Sara y es colaboradora habitual en el diario Metro. Además de todo eso, tiene una sonrisa casi perpetua y un amor por los libros altamente contagioso. Y, por si fuera poco, un blog.

viernes, 1 de febrero de 2008

SEGOVIA ALMENADA




Ciudad almenada, seductora como lo es el misterio, famosa por el legado que los romanos dejaron a su paso, como testigo de que no estamos ante un lugar de paso o peregrinaje; ciudad en la que reposar y mirar y admirar, que se reafirma y reinventa año tras año nutriendo sus tradiciones, haciendo de sus emblemas referencia y de sus rincones patrimonio. Donde las torres terminan en luna y los campanarios en noche; donde todo se transforma al caer la tarde y los monumentos se disfrazan y engalanan para la fiesta que supone ahí ese pasear noctámbulo y vagabundo. Divagar entre sus cuestas para dejarse atrapar y sentirse pequeño, casi un punto abisal.


Une ville crénelée, séductrice comme l’est le mystère, fameuse par le legs que les Romains ont laissé derrière eux, témoin du fait que nous ne sommes pas devant un lieu de passage ou de pélerinage; une ville où se reposer et regarder et admirer, qui se réaffirme et réinvente année après année en nourrissant ses traditions, en faisant de ses emblèmes une référence et de ses recoins un patrimoine. Où les tours finissent en lune et les clochers en nuit; où tout se transforme à la tombée de la nuit et les monuments se déguisent et se parent pour la fête noctambule et vagabonde afin d’y déambuler et s’y promener. Divaguer entre ses côtes afin d’être attraper et de se sentir petit, presque comme un point abyssal.


PHOTO: ÁNGEL GÓMEZ ESPADA
DATE: 2 NOVIEMBRE 2006
APPAREIL: SONY CIBERSHOT DH1

miércoles, 2 de enero de 2008

TRUJILLO: LAS HUELLAS DE PIZARRO




¿Quién no se ha acercado a Trujillo buscando las huellas del Conquistador? Pizarro, uno de tantos que salió de una tierra perdida en su identidad. Perseguir su estela ha de conducirnos sin remedio hasta la Plaza Mayor, o de la Hispanidad, donde su estatura hace pervivir su leyenda. En ella descubriremos toda la plenitud de lo pétreo, la importancia de aquellos años, la labor de aquellos hombres. Uno sólo puede pararse bruscamente ante su desconcertante majestuosidad y girar sobre sí mismo, intentando capturar el eje que enlaza ese laberinto de soportales, balcones, torres, campanarios y blasones.
Después te queda un duro ascenso. Fondar en La Troya, mítico emblema que te explicará mejor que nadie la antigua función de los mesoneros, recrearte en su rústico museo fotográfico de celebridades que pululan junto al recuerdo de Doña Concha, que llevó el negocio durante casi sesenta años. Subir la Cuesta de la Sangre, adentrarte en el Castillo Árabe, olvidarte por unos minutos de que estás en pleno siglo XXI.
Lo más duro de todo, el descenso a los infiernos que es la realidad.




Qui n’a pas cherché les traces du Conquistador entrant à Trujillo ? Pizarro, un parmi tant d’autres sorti d’une terre qui se sent perdue dans son identité. Poursuivre sa trace doit nous conduire inexorablement jusqu’à la Place Mayor, ou « De la Hispanidad », où sa statue fait perdurer sa légende. En elle nous découvrirons toute la plénitude de la pierre, l’importance de ces années, le travail de ces hommes. On ne peut que s’arrêter brusquement devant sa déconcertante majesté et pivoter sur soi-même, en essayant de capturer l’axe qui entrecroise ce labyrinthe d’arcades, balcons, tours, clochers et blasons.
Après, il nous reste une dure ascension. Entrer à La Troya, endroit mythique qui t’expliquera mieux que personne l’ancienne fonction des tavernes ; regarder son mural-musée rempli de photos de célébrités qui se trouvent côte-à-côte au souvenir de Madame Concha, qui fut propriétaire du restaurant pendant près de soixante ans. Monter la Côte de la Sangre, entrer au château arabe, oublier pendant un instant que nous sommes en plein XXIe siècle.
Le plus dur : la descente aux enfers que comporte la realité du retour.

PHOTO : Sonia Marques
DATE : 3 de diciembre 2006
APPAREIL : Sony DSC H1